sábado, 12 de diciembre de 2009

Tiempo para la reflexión

Se acerca una entrañable época, la Navidad. La amistad, el cariño, la añoranza…, en definitiva, los buenos sentimientos, cobran un papel principal en esta época. Pero, a la par, se despierta, o se aviva en otros casos, el ansia por consumir. Es esta una de las partes negativas que conlleva la Navidad. Supuestamente, en esta época la felicidad viene dada por aspectos inmateriales de la vida, como por ejemplo, el reencuentro con nuestros seres queridos, sin embargo, son muchas las personas que confundimos esta felicidad con el hecho de poseer cosas materiales. Es en esta época donde la sociedad consumista, en la que actualmente vivimos, se puede observar en su mayor apogeo. Se olvida el verdadero espíritu navideño, espíritu que aún podemos encontrar en los niños pequeños, pero muy pequeños, ya que conforme van teniendo uso de razón, se dejan absorber por esta sociedad. A un bebé, o incluso un niño de un añito, lo material, no le es de gran importancia, ellos se bastan con tener cubiertas sus necesidades básicas, entre ellas el amor y cariño de sus personas cercanas, sus familiares. Pero conforme estos niños van creciendo, nosotros los adultos, a veces inconscientemente, les vamos “inculcando” el valor de poseer cosas, y tristemente pasan a ser un miembro más de esta sociedad consumista. Esto es aprovechado por los medios de publicidad, los cuales actúan como verdaderos buitres cuando huelen carnaza.
Si ya la publicidad hace estragos en la población adulta, influye en sus conductas, en sus patrones de belleza, condiciona sus comportamientos…, en definitiva coarta su libertad, ahora nos encontramos con la publicidad dirigida a los niños, concretamente, en esta ocasión, estamos hablando de los anuncios de juguetes. ¿Dónde quedaron los tiempos donde los niños fomentaban su imaginación a través del juego?
Ahora, nos encontramos con una multitud de juguetes, para todas las edades, los cuales lo traen todo hecho, el niño cuando juega con ellos no cultiva su creatividad, su imaginación, bienes tan preciados y tan pronto abandonados en la mayoría de las personas. Por otro lado, los anuncios publicitarios de juguetes marcan “que es para quien”, pudiendo clasificarse, en muchas ocasiones, de anuncios sexistas (las muñecas las anuncian niñas, los mecanos los niños…). Estamos condicionando el uso de ese juguete, acentuando, podríamos decir, el machismo, aspecto tan “rechazado” en nuestra sociedad.
Con todo esto, estamos acelerando la evolución de los niños, los estamos empujando a que entren de manera inminente en el consumo innecesario, los estamos poniendo en manos de quienes, en cierto modo, nos controlan a nosotros los adultos. ¿Es eso lo que queremos para nuestros hijos? ¿Son estos los valores que queremos inculcarles a nuestros hijos?
Ante la salida al mercado de este tipo de juguetes, los cuales se lo dan todo hecho a los niños, comenzaron a surgir comercios los cuales ponen a la venta juguetes, según ellos novedosos, sin embargo, no dejan de ser los juguetes con los que nuestros padres o incluso nuestros abuelos se divertían. Son juguetes “básicos” con los que el niño se divierte a la par que desarrolla su creatividad e imaginación, juguetes que “obligan”, en ocasiones, a que los padres participen en el juego de sus hijos y paren, por un momento sus vidas frenéticas y les dedican tiempo de juego y relax a sus hijos. Pero como ocurre con casi todo, esto que es realmente lo tradicional, se ha convertido en lo novedoso, siendo sólo accesible a unos pocos. Si miramos al mercado de juguetes es más difícil adquirir un juguete de este tipo que otro de los que anteriormente hemos hecho mención.
Para finalizar, nos gustaría plantear, a modo de reflexión, las siguientes cuestiones:
¿Cuántas veces le hemos comprado a nuestros hijos el juguete más de moda que en ese momento había y al poco tiempo nos hemos percatado que ni siquiera lo mira? ¿Escuchamos, realmente, a nuestros hijos, sus necesidades, o por el contrario, a la hora de comprarle juguetes, nos estamos escuchando a nosotros, los adultos los cuales solemos pensar que el hecho de poseer, y encima si es lo “último” del mercado, me va a dar la felicidad?

1 comentario:

  1. Un tema oportuno que a mí también me ronda la cabeza estos días de bochornoso espectáculo navideño. Tan enfadado estaba con el asunto por estas fechas, hace un año, que "vomité" la siguiente entrada que coincide con lo que decís en ésta:

    http://educayfilosofa.blogspot.com/2008/12/pobreza-con-papel-de-regalo.html

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