La rivalidad surge entre los seres humanos como emoción primitiva en busca de la supervivencia. Por ello no es raro que ante el nacimiento de un hermano, el mayor se sienta destronado y vea cómo peligran los privilegios que hasta entonces recibía de sus padres, de forma exclusiva. Es entonces cuando necesita llamar su atención, ¡indicarnos que el esta ahí!
La forma en que el niño/a manifiesta los celos suele consistir en:
- Se produce una regresión hacia comportamientos más infantiles.
- Pueden aumentar las rabietas.
- En ocasiones vuelve a hacerse pis o a chuparse el dedo.
- Busca llamar la atención desobedeciendo y molestando.
- Están más sensibles, lloran con facilidad…
Si bien, todas estas reacciones son normales, también es cierto que esas reacciones emocionales del niño podemos atenuarlas, dándole a este información previa sobre todo lo que va a pasar desde el embarazo, trasmitiéndole seguridad y protección e intentando cambiar lo mínimo sus hábitos y rutinas. También debemos hacerlo participe de los acontecimientos, haciéndole sentir el hermano mayor, permitiéndole que colabore.
Al final los hermanos lejos de ser una amenaza, un rival, llegan a ser compañeros, amigos, en quien apoyarse y con quién compartir. La clave, como siempre, está en fomentar en el niño una alta autoestima, para ellos cada niño/a debe sentir que es especial para sus padres. Los celos irán desapareciendo con el tiempo si cada hijo, sigue viendo que tiene un lugar único en el afecto de sus padres.
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